¿Cambio de paradigma? Verduras agroecológicas en Argentina

Tendencias / Sostenibilidad
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Federico Roales
dic 7, 2021
 
¿Quién produce la comida que servimos en nuestra mesa? ¿Quién posee la tierra y cómo se cultiva? ¿Qué productos se usan durante la cosecha? ¿Quiénes constituyen la cadena de distribución? Y finalmente: ¿cómo todos esos factores influyen en el precio final de un simple tomate?
Aunque todavía está en una fase embrionaria, se atisba una intención entre ciertos consumidores argentinos de redefinir el paradigma de la producción y distribución alimentaria.

Alineados con los mandatos medioambientales y de la mano de la revalorización de los pequeños productores locales, comienzan a surgir modelos alternativos en lo que se refiere a la manera en la que concebimos los alimentos que comemos a diario. Parece que el modelo agroindustrial promovido desde la década de los 90, basado en semillas modificadas genéticamente y agroquímicos aplicados a las cosechas de soja transgénica1, está llegando a su límite.
Según el INTA2 (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), la demanda de bolsas de frutas y verduras agroecológicas se ha duplicado en las áreas urbanas de Argentina, sobre todo por el boca a boca, sin necesidad de publicidad, excepto en las redes sociales. Estas bolsas implican la venta directa del productor al consumidor a través de diferentes distribuidores de economía social que promueven la equidad en el precio final: este, podemos decir, surge de un consenso mutuo entre productores, consumidores y minoristas. Además, pretenden generar transparencia sobre los procesos de producción para clarificar quién produce el alimento3.

La práctica de la agroecología conlleva una comprensión diferente de la relación entre los humanos y la naturaleza, y prioriza el desarrollo ecológico que se produce dentro del propio sistema: cosechando los productos adecuados para cada estación y minimizando los fertilizantes externos4. Uno de los pilares de esta actividad es promover y democratizar un modelo de agroecología familiar, buscando superar la deficiencia crónica del acceso a la tierra en Argentina, donde solo el 2% del territorio produce el 70% de la comida que se consume a diario5.
El crecimiento de estas alternativas no es casual: está estrechamente relacionado con las demandas de los consumidores. Aunque los productos cárnicos y de origen animal están entre las principales exportaciones de Argentina, según nuestra investigación Visual GPS el 40% de los consumidores argentinos declararon que comieron menos carne y más alimentos vegetales en el último año para apoyar prácticas sostenibles. Y esperan que las marcas respalden este compromiso: 1 de cada 2 consumidores argentinos piensa que las compañías deben educar a las personas sobre las mejores prácticas en sostenibilidad.
"Visualizar y visibilizar los procesos de producción de alimentos tiene un impacto en las decisiones de compra de los consumidores".
Nuestros clientes parece que han entendido el deseo de los consumidores: las búsquedas de “Huerta” (+1.700%) o “Ecología” (+350%) han crecido exponencialmente en Argentina en el último año. Sin embargo, menos del 1% de las imágenes usadas más habitualmente muestran los procesos de cultivo y producción (de la tierra a la mesa) de los alimentos que comemos.

Debemos tener en mente que las prácticas sostenibles no tienen marcha atrás. En los próximos años, los consumidores prestarán más atención al camino que las materias primas siguen antes de llegar a ellos y priorizarán a las marcas que realicen prácticas transparentes y expliquen su colaboración en materia de conservación medioambiental. Esto es esencial en la forma en la que se muestran los alimentos en las imágenes: tanto para cocinar, comprar o entregar a domicilio, el contexto sugiere que visualizar y visibilizar los procesos de producción de alimentos tiene un impacto en las decisiones de compra de los consumidores.
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